martes, 8 de diciembre de 2009

Poeta de la Pampa Gringa

Hoy muchos llegarían, pero Pedroni les ha ganado, dice que sumaban muchos gringos, cruzaron el río amargo. Sus sueños han cambiado en estas tierras ávidas de arados. El poeta los observa. El poeta los está admirando. Escribe, mira y sueña. El poeta los inmortaliza con su tinta derramada entre surco y surco americano, dejan su piel blanca y espaldas sudadas.

sábado, 28 de noviembre de 2009

El ÚNICO

Me asfixia, me enferma me enreda la mente y me ata los sentidos. Es un lío su mente y un desquicio su vida. Sin embargo, hay gente que cree que aún puede ser útil.
Es el dueño de sus raíces y propietario de la verdad. Los demás, son envases descartables.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Manos Blancas

No me sueltes. No te vayas. No me dejes. Siento que tus manos blancas se deslizan de las mías hacia arriba, te vas, te alejás y por más que me esfuerce en retenerlas se esfuman en la nada.
O en el Todo.

martes, 11 de agosto de 2009

Sin Olvido

Está mal y se le nota. No disimula su tristeza hundida en las sábanas del olvido.
Él le dijo adiós y nunca volvió. Triunfa bajo otros cielos en otro idioma.
Ella está mal y no reprime las lágrimas que hacen campanitas sobre la alfombra bordeaux.

sábado, 21 de marzo de 2009

Visitantes del Jardín

Tenía seis años y estaba tranquila jugando en el jardín. Me llamó por mi nombre una voz masculina rara, profunda, salí a la vereda: una joven delgada me miró con una sonrisa breve y se quedó allí, de pie, de frente a mí. Pude ver dulzura en su mirada. En seguida, un estruendo atroz nos asustó a todos en la calle Mioja: un camión desvencijado con su carga vacía y sucia se apostaba frenta a mi casa: el conductor descendió, dio un portazo a su cabina y me encaró:
-Soy el distribuidor de padres, agarralo que me tengo que ir, nena. -Reconocí la voz rara.
-¿Qué?
- Que ése que está ahí -señaló con su dedo y vi que no estaba vacío, en el piso arenoso yacía un hombre moreno atado- es el último y me vuelvo con mi patrón, firmá acá. Sacó una planilla arrugada, la apoyó contra una madera maltrecha con olor a lluvia.
- No sabe escribir todavía -me excusó la joven antes de que yo abriera la boca.
- Bue, da igual...- giró el cuerpo y gritó hacia el tipo atado: ¡Bajate de una vez ya demasiado paseaste todo el día!
El hombre se apeó desatándose solo las sogas de sus tobillos, el camión desapareció sin más. Lo más extraño es que el conductor me dijo que en veinte años volvería por él. El desatado se fijó en la joven y yo me hundí corriendo en mi casa.
Encontré a mi abuela en la cocina.
- ¿Quienes son esos que están ahí? -le pregunté señalando con un palito hacia la ventana. Ella atravesó el comedor y movió las cortinas.
- Tus padres, hijita, tus padres...
- ¿Qué? ¿Para qué? -Ella volvió a revolver la bagna cauda pero su cabeza parecía estar ocupada.
El aroma a anchoas me llegó desde la olla: que exquisitez... nadie entre todos los piamonteses de mi pueblo hacía la bagna cauda como mi abuela Magui.
La abracé por la cintura, lagrimeé.
Me mandó a preparar la mesa y nos sentamos a comer. ¡Qué felicidad! Nada más rico que aquella comida que atraía a vecinos y parientes a la casa de mis abuelos.
-Lavate las manos antes de comer, Marianita, después vemos qué hacemos con los de afuera.
-Sí, abuela. - Con que vos estés bien, basta, pensé y comencé a mojar el pan en la crema.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Sueño Vegetal

Corrió sobre el campo verde pleno de sol. Se sintió levitar sobre la llanura infinita, vegetal, virgen.
Su pelo dorado volaba hacia el Este y ella creyó estar dentro de un sueño. A lo lejos, se veía un pequeño monte de árboles altísimos. Siguió disfrutando de la brisa en la cara y de la paz de la colonia.
Sin embargo, al chocar contra un algarrobo, volvió a la realidad: se encontró en su habitación, despeinada y con una montaña de papeles para estudiar. En una mesita ratona, el café se había derramado, frío, formando un río oscuro que terminaba en el suelo sin que nadie lo perciba.

lunes, 26 de enero de 2009

Poder y Nostalgia

El, un tipo influyente del gobierno. Ella, una joven rubia indecente.
El, casado con una mujer que creía lo que él le decía. Ella, descasada de un hombre indiferente.
El, un zorro tirano. Ella, su amada amante.
Una tarde de verano en un paisaje alejado, se quitaron las prendas y se vieron desnudos.
El con la piel avejentada y oscura. Ella, blanca como la luna con senos de lirio.
Ella nunca le juró amor. El corazón de ella seguía lejos, en otro clima y otra historia: el hombre de la mirada clara de su adolescencia seguía inquietándola hasta en sueños.

viernes, 23 de enero de 2009

Colores en la Agenda

Jueves:
Margaritas rotas
Lágrimas fatigadas
Máquinas grises
verbos cansados
Viernes:
Margaritas rojas
Sin lágrimas
Máquinas olvidadas
verbos despertando:
llega el fin de semana.

Sin Epifanía

   SIN EPIFANÍA

Era enero cuando se fue. Así, sin decir palabra.
Vivió, sufrió, lloró, parió, rió y amó. Se mudó cinco veces a cinco ciudades diferentes, haciendo un mapa afectivo de la provincia más sensible que la mejor cartografía.
Se la llevaron los Reyes en alguna alforja de nubes: no hubo epifanía para ella.

Tal vez en este enero interminable la vida triunfe sobre la muerte.
Tal vez la eternidad no sea un verso más de los tantos que algunos prometen. Sólo digo tal vez.

Pedro y Pablo

Pedro y Pablo, propietarios inconexos, trashumantes pero atentos, bellos y a la vez lejanos. A veces pasean por Vía Apia como fantasmas silentes, sin manos, culminando un veintinueve de junio cualquiera en una Roma tan cruel como vieja, ígnea, atroz. Tal vez necesitemos dos mil años más para comprenderlos.
Para saber qué quisieron gritar desde allí al mundo. Quizás.

IBSN

IBSN: Internet Blog Serial Number 978-45-33-135