El, un tipo influyente del gobierno. Ella, una joven rubia indecente.
El, casado con una mujer que creía lo que él le decía. Ella, descasada de un hombre indiferente.
El, un zorro tirano. Ella, su amada amante.
Una tarde de verano en un paisaje alejado, se quitaron las prendas y se vieron desnudos.
El con la piel avejentada y oscura. Ella, blanca como la luna con senos de lirio.
Ella nunca le juró amor. El corazón de ella seguía lejos, en otro clima y otra historia: el hombre de la mirada clara de su adolescencia seguía inquietándola hasta en sueños.
lunes, 26 de enero de 2009
viernes, 23 de enero de 2009
Colores en la Agenda
Jueves:
Margaritas rotas
Lágrimas fatigadas
Máquinas grises
verbos cansados
Viernes:
Margaritas rojas
Sin lágrimas
Máquinas olvidadas
verbos despertando:
llega el fin de semana.
Sin Epifanía
SIN EPIFANÍA
Era enero cuando se fue. Así, sin decir palabra.
Vivió, sufrió, lloró, parió, rió y amó. Se mudó cinco veces a cinco ciudades diferentes, haciendo un mapa afectivo de la provincia más sensible que la mejor cartografía.
Se la llevaron los Reyes en alguna alforja de nubes: no hubo epifanía para ella.
Tal vez en este enero interminable la vida triunfe sobre la muerte.
Tal vez la eternidad no sea un verso más de los tantos que algunos prometen. Sólo digo tal vez.
Era enero cuando se fue. Así, sin decir palabra.
Vivió, sufrió, lloró, parió, rió y amó. Se mudó cinco veces a cinco ciudades diferentes, haciendo un mapa afectivo de la provincia más sensible que la mejor cartografía.
Se la llevaron los Reyes en alguna alforja de nubes: no hubo epifanía para ella.
Tal vez en este enero interminable la vida triunfe sobre la muerte.
Tal vez la eternidad no sea un verso más de los tantos que algunos prometen. Sólo digo tal vez.
Pedro y Pablo
Pedro y Pablo, propietarios inconexos, trashumantes pero atentos, bellos y a la vez lejanos. A veces pasean por Vía Apia como fantasmas silentes, sin manos, culminando un veintinueve de junio cualquiera en una Roma tan cruel como vieja, ígnea, atroz. Tal vez necesitemos dos mil años más para comprenderlos.
Para saber qué quisieron gritar desde allí al mundo. Quizás.
Para saber qué quisieron gritar desde allí al mundo. Quizás.
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